El don de la fe
“La fe se fortalece donándola”. Con esta frase de Juan Pablo II se puede explicar el sentido de la experiencia sacerdotal del “fidei donum”, una expresión del idioma latino que significa “el don de la fe”, y que indica a los sacerdotes diocesanos que dejan a su Iglesia para ofrecer su servicio sacerdotal en otra diócesis más necesitada de su labor.
La presencia de los sacerdotes “fidei donum” de Milán en Huacho se da a partir del noviembre de 1989 con padre José (Giuseppe) Noli a quien se le pidió atender a la Parroquia “Jesús Divino Maestro” en el Cono Sur de Huacho. Una presencia que luego se multiplicará con la venida de padre Luciano Garlappi (1992), padre Alessandro Vavassori (1993), padre Ezio Borsani (1997), padre Alberto Vigorelli (2002), padre Giuliano Lonati (2002), padre Ambrosio Cortesi (2003), padre Vittorio Ferrari (2005), padre Emanuele Munafó (2007) y, en estos últimos meses, con la venida de padre Orazio Antoniazzi (2007), padre Alberto Bruzzolo (2007) y padre Antonio Colombo (2007). Además, han colaborado con su presencia unas parejas de laicos: Alberto y Magina Galli (1991), Daniele y Carla Conti (1999), Luigi y Elizabeth Rigamonti (2003), y ahora colaboran Simone y Clara Massa Pinto (2007), Giovanni y Chiara Balestrieri (2008), además del joven laico Massimo Merli (2008).
¿Por qué estos sacerdotes y laicos han dejado su Iglesia para ofrecerse a esta Iglesia de Huacho?
Un único deseo ánima a un “fidei donum”: compartir la fe con espíritu misionero, servicial y solidario. Todos y cada uno, desde su experiencia y realidad, han sido impulsados por el Espíritu del Señor a colaborar con la Iglesia hermana de Huacho para que crezca y se fortalezca el don de la fe en este pueblo. En realidad es un intercambio, en cuanto los que venimos de Milán traemos nuestra “tradición” y vivencia, pero nos encontramos con una Iglesia con su “tradición” y su caminar, rica de vida y de futuro.
Lo que caracteriza la presencia de Milán en Huacho es la actitud de acompañar a las comunidades y a las personas, escuchando y trabajando juntos. No hemos venidos con planes y proyectos, sino más bien con el deseo de caminar y trabajar juntos para que maduremos en la fe, la esperanza y la caridad. Es por esto que siempre hemos trabajado de la mano con la pastoral zonal y diocesana, asumiendo también con disponibilidad, las Parroquias y los cargos que se nos planteaba.
Obviamente venimos con nuestra “carga espiritual y pastoral” y una experiencia de Iglesia que nos ha educado y formado. Y aquí está el intercambio, es decir, la voluntad de enriquecernos mutuamente con los dones espirituales que el Señor nos ha dado.
Como “milaneses” traemos una gran pasión evangelizadora desde la vida comunitaria y las relaciones personales, abiertos a los más necesitados, teniendo como centro propulsor la Parroquia, experiencia formadora que educa a ser cristianos maduros, atentos a la realidad de nuestro alrededor, preocupados de los demás, disponibles a colaborar en la difusión del evangelio con la labor pastoral en fraternidad y solidaridad.
Y hay un aspecto que marca profundamente esta “presencia milanesa”: la certeza que todos estamos llamados a ser santos desde lo que somos y la realidad que vivimos. El cardenal Martini decía que desde la Parroquia hay que promover la “santidad popular”, es decir, que en la Parroquia se proponen y acompañan caminos de fe muy diferentes, aptos para las necesidades de todos y de cada uno. En la Parroquia todos son bienvenidos… y todos deben poder vivir su fe juntos con los demás.
Esta perspectiva se intercambia muy bien con la vivencia de la Iglesia huachana-peruana, marcada por una actitud de fe profunda, purificada por el sufrimiento y animada por el “sentimiento”. Una Iglesia-pueblo que tiene un intenso sentido de la comunidad y de la solidaridad. Una Iglesia que, desde su pobreza, persevera y lucha, llena siempre de esperanza y proyectos.
Con el pasar de los años, cada vez más se van dejando de lado las diferencias para que crezca este don de la fe compartida que fortalezca nuestras Iglesias de Huacho y de Milán, haciéndonos más católicos, y por ende más abiertos al mundo desde la experiencia de nuestra seguimiento de Jesucristo.
Padre Luciano Garlappi por “Fidei donum” de Milán